Siglo XII

Siglo XII

 
En el siglo XII empieza a desarrollarse la literatura en lenguas románicas en toda Europa. La iglesia ha empezado a darse cuenta de que el pueblo ya no entiende los sermones en latín y autoriza a que estos se pronuncien en lengua vulgar, aunque el resto de la liturgia siga pronunciándose en latín; igualmente se pretende renovar en parte la liturgia admitiendo ciertas formas parateatrales derivadas del tropo, como el Officium pastorum o el Quem quaeritis?. Eso tuvo importantes consecuencias para la literatura vernácula, que hasta entonces era de transmisión oral: parte de la tradición narrativa —cuentos, facecias, apólogos, fábulas, adagios— de fin moral se transvasa a la literatura «popular», así como algo de los colores retóricos y del vocabulario culto de los clérigos. En torno a tres centros, uno religioso (monasterios y escuelas catedralicias) y dos profanos (las Cortes reales y nobiliarias y los estudios generales predecesores de las universidades por un lado y, por el otro, el mundo popular de los actores itinerantes, las canciones tradicionales y los juglares) se empiezan a componer algunas obras literarias en lengua vulgar. Así se articulan tres mesteres o escuelas literarias principales: el Mester de Clerecía, el Mester de Cortesía y el Mester de Juglaría en diversas variedades lingüísticas: galaico-portugués, asturleonés, castellano, aragonés y catalán. De una primitiva literatura en euskera nada ha subsistido hasta hoy, ya que sus primeros obras datan del siglo XV.

 
Cronológicamente el primero en surgir es el Mester de Juglaría, formado por cantares de gesta que imitan las chansons francesas al principio y luego reaccionan con una temática nacional bien diferenciada agrupándose en varios ciclos, de los cuales los más importantes son los relativos al Cid, a los Siete infantes de Lara y el relativo a Bernardo del Carpio. Frente a la épica francesa, la épica española posee unos rasgos diferenciales muy acusados:

 
  • Mayor realismo, frente a los elementos sobrenaturales y fantásticos que aparecen en la épica francesa.
  • Mayor vitalidad: los argumentos e historias medievales de la épica española pervivirán luego en el teatro clásico del Siglo de Oro y en el Romancero viejo y nuevo hasta la actualidad en forma oral o incluso escrita.
  • Utiliza una rima más fácil y libre, la asonante, frente a la épica francesa, escrita en rima consonante.
  • El verso de la épica española es anisosilábico (irregular, de distinta medida, con predominio del alejandrino o de 14 sílabas con pausa versal o cesura casi siempre tras la séptima sílaba), mientras que el de la épica francesa es regular, isosilábico.
En este mester podríamos agrupar también la literatura oral tradicional de las jarchas en lengua mozárabe, de las cantigas de amigo en gallego portugués y la literatura trovadoresca que, en lengua provenzal, empiezan a escribir algunos trovadores catalanes. En cuanto a lírica castellana en este siglo apenas nada se ha conservado, salvo algunos restos de villancicos.

 
Según Ramón Menéndez Pidal el Cantar de Mio Çid fue compuesto alrededor del año 1145, cuarenta y seis años después de la muerte del Cid; Antonio Ubieto Arteta, sin embargo, ha corregido esa hipótesis inicial y ha fechado la composición de la obra alrededor del añó 1207. Se ignora el autor, aunque debía poseer algunos conocimientos jurídicos y quizá se hallaba relacionado con el culto sepulcral establecido en torno al sepulcro del Cid en el monasterio de San Pedro de Cardeña; Menéndez Pidal piensa, a causa de la distribución de los topónimos que se encuentran en el Cantar, que pudieron ser dos autores relacionados con San Esteban de Gormaz y Medinaceli; el manuscrito fue copiado por un tal Per Abbat, Pedro Abad.

 
  • Mester de Juglaría
  • Cantar de Mío Cid, de autor desconocido, aunque el manuscrito está firmado por Per Abbat (Pedro Abad)
  • Auto de los Reyes Magos